Anuncio del Gobierno sobre el Registro de Objetores de Conciencia
La ministra de Sanidad, Mónica García, comunicó este martes que el Gobierno ha enviado un requerimiento formal a las comunidades autónomas de Madrid, Aragón y Baleares. Este requerimiento se debe al incumplimiento en la implementación del registro de profesionales objetores de conciencia. Según la ministra, este registro es “una herramienta esencial que garantiza los derechos de los profesionales sanitarios” y su establecimiento es obligatorio para todas las comunidades autónomas. García enfatizó que “no es algo opcional ni una ocurrencia, es una obligación legal”.
Acciones del Ejecutivo y Plazos Legales
El movimiento del Ejecutivo pone en marcha los plazos establecidos en el artículo 44 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa (LJCA). Las comunidades afectadas tienen un mes para responder al requerimiento o tomar medidas que aseguren el cumplimiento de la normativa. Durante este periodo, pueden justificar su situación, informar sobre trámites en curso o corregir el incumplimiento detectado.
“Después de este requerimiento, pasado un mes, tenemos dos meses de plazo para acudir a los tribunales y plantear un contencioso-administrativo para que un juez les obligue a cumplir la ley”, recordó García en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
La ministra también advirtió que “saltarse este procedimiento no solamente vulnera los derechos de las mujeres, también vulnera los derechos de los profesionales que desean ejercer de manera activa e individual su derecho a la objeción de conciencia”.
Tres Comunidades en el Punto de Mira
García aclaró que la inmensa mayoría de las autonomías han cumplido con la obligación de implementar el registro o se encuentran en fase de trámite. Sin embargo, hay tres excepciones: Madrid, Baleares y Aragón. “Son tres comunidades que no han hecho nada, pero sólo la Comunidad de Madrid ha sido explícita en su incumplimiento de la ley”, destacó.
Objetivos del Registro de Objetores
El registro de objetores tiene como finalidad disponer de un censo actualizado y garantista de profesionales que han decidido acogerse a la objeción en prestaciones sanitarias reguladas por ley. Este registro busca ordenar los recursos y asegurar la atención sin dilaciones ni zonas de sombra.
Desde el Ministerio de Sanidad se defiende que la existencia de este registro protege tanto a quien objeta —al formalizar su decisión con garantías— como a quien no lo hace, evitando presiones y asegurando que la organización de los servicios se ajuste a la disponibilidad real de personal.
“No es opcional ni una ocurrencia: es una obligación legal. Pasado el mes de requerimiento, iremos a los tribunales para que un juez obligue a cumplir la ley”,
— Mónica García, ministra de Sanidad.
Plazos y Posibles Escenarios
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Un mes de margen (desde la notificación) para que Madrid, Aragón y Baleares respondan o implementen medidas que subsanen el incumplimiento.
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Si no hay respuesta suficiente, el Ministerio de Sanidad dispondrá de dos meses adicionales para interponer un recurso contencioso-administrativo y solicitar medidas que obliguen al cumplimiento.
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Las comunidades pueden, en este tiempo, acreditar avances (tramitación normativa, desarrollo informático, protocolos internos) que permitan evitar el litigio si el Gobierno considera que corrigen la infracción.
Claves Jurídicas y de Gestión
El Departamento que dirige García insiste en que el registro no afecta a la libertad de conciencia, sino que articula su ejercicio en el sistema público. La fórmula es similar a otros instrumentos administrativos: inscripción voluntaria, individual y confidencial, con efectos meramente organizativos para garantizar las prestaciones sanitarias sin menoscabo de derechos.
Desde el punto de vista de gestión, Sanidad sostiene que la planificación asistencial —especialmente en áreas sensibles y con alta demanda— requiere conocer de antemano qué equipos pueden cubrir cada servicio. La falta de un registro —argumenta el Ministerio— deriva en incertidumbre para los centros y tensiones que, en última instancia, repercutirían en los pacientes y en los propios profesionales.




