Explorando los Gentilicios en la Gastronomía con «Aldelís en mi cocina»
En una nueva entrega del programa semanal “Aldelís en mi cocina”, transmitido por COPE Zaragoza, Laura se reunió con Óscar y Berta, integrantes del equipo de Marketing y Comunicación de Aldelís. En esta ocasión, el tema central fue tan curioso como entretenido: los alimentos que llevan gentilicios en su denominación, pero que, en muchos casos, no tienen relación directa con el lugar al que hacen referencia.
Un Recorrido por los Gentilicios Gastronómicos
El recorrido comenzó con los inglesitos, esos pequeños sándwiches rebozados en leche, huevo y posteriormente fritos, que gozaron de gran popularidad en los años 60. A pesar de su nombre, estos bocadillos no tienen nada de británicos. Su denominación se debe a la asociación con el jamón de York, que sí es originario de Inglaterra. Un fenómeno similar ocurre con la tortilla francesa, que recibió su nombre en España durante la invasión napoleónica. En aquel entonces, la escasez de patatas obligó a preparar tortillas únicamente con huevo, y el nombre se utilizó de manera irónica y como un reproche hacia los franceses.
Por otro lado, el arroz a la cubana sí parece tener vínculos con Cuba, aunque con ciertas particularidades. Este plato surgió como una guarnición habitual en la isla durante el siglo XIX y llegó a Canarias tras la independencia de Cuba, donde se consolidó como un plato nostálgico. Un caso diferente es el de la salsa holandesa: a pesar de su nombre, no proviene de los Países Bajos. Fue creada en la corte de Luis XIV en Francia, utilizando la entonces prestigiosa mantequilla holandesa.
Más Allá de los Nombres: La Historia Detrás de los Platos
La ensaladilla rusa también fue parte del debate. Este plato nació en Moscú, creado por el chef Lucien Olivier, aunque los ingredientes originales difieren mucho de la receta actual. Desde entonces, la ensaladilla rusa ha sido adaptada a múltiples versiones alrededor del mundo, desde la variante alemana con manzana hasta la versión peruana con remolacha.
Finalmente, la napolitana de chocolate resultó ser otro ejemplo de gentilicio engañoso. Este dulce proviene de la tradición austriaca de la bollería del siglo XIX, en particular del pain au chocolat francés. En España, su nombre se debe más a la moda cultural “napolitana” que a un verdadero origen en Nápoles.
Con una combinación de humor y datos históricos, Aldelís demostró que la gastronomía no solo es una experiencia culinaria, sino también un viaje lleno de sorpresas lingüísticas y culturales que van más allá de lo que encontramos en el plato.




